jueves, 4 de julio de 2013

Introducción de los viajes vividos

Me fui de mi país para buscar oro y otros tesoros
Terminé encontrando una carretilla, tirada por un caballo. La carretilla no llevaba más que un mapa.

Me prometí a mi mismo no hacerme más promesas que no pudiera cumplir.
Después me di cuenta que había errado de nuevo.

Busqué en la ciudad a los conocedores de mi verdad, pero solo encontré a los viejos locos de siempre.

Conversé con ellos durante el amanecer, quienes me dijeron que siguiera viajando.

Me señalaron a quien no debía pedirle ayuda. 
Un viejo barbudo que soñaba con carreteras y caminos interminables.

Hablaba de caminar despacio, y de enseñarle a los niños canciones de sus sueños.

"Lo importante no es tener muchos tesoros, sino vivir y aprovechar la búsqueda de los mismos". Cantaba el.

Enojado conmigo mismo, me subió la presión y desmayé.

Cuando desperté, me sentí muy frustrado. 
Quemé la carretilla que había encontrado y creí dejarlo todo atrás.

Lloré por haberlo hecho y me dispuse a reorganizar mi vida.
De tanto pensar, caí dormido y soñé.

Soñé con una carretera y un viejo loco que bailaba, enseñando a un grupo de niños sus canciones .

"Lo importante no es tener muchos tesoros, sino vivir y aprovechar la búsqueda de los mismos".

Dormí durante meses, cinco en total, y desperté con la cara en la tierra, tal cual como me había dormido.

Me dispuse a construir una carretilla nueva y compré un cajón de manzanas para el viaje.

Viajé mucho tiempo mientras pensaba al salir de cada pueblo, "tantos pensamientos, tanta cerveza y tanta gente que voy conociendo".

En el camino encontré un gato dormido. Aún me acompaña en mis viajes.

Conocí mucho, se me rompieron tablas y las ruedas de la carretilla en el camino. 
"Que agotador es tener que construirlas de nuevo" pensé.

Encontré muchas partes de mí regadas por el camino.
No sabía si llevármelas conmigo o dárselas al pueblo donde estaba en modo de agradecimiento.

Viaje con muchos en mi carretilla.
Pastores y personas de diversos trabajos me acompañaban en mi viaje y me contaban historias.

Creo que tanto el caballo, el gato y yo nos sentíamos a gusto con los viajes que hacíamos.

Me perdí en muchos bosques mirando la luna, solo, para después darme cuenta donde había dejado mis cosas.
Pensaba en el lugar a donde llegaría al día siguiente.

Así encontré un pueblo mágico en bondad. 
Tan mágico era que me quise quedar.

Un día, terminando la noche con los habitantes del pueblo, embriagado de la felicidad que me producía estar con ellos, me llegué a dar cuenta que mi carretilla se estaba rompiendo.

Si no viajaba de nuevo, mi transporte se quebraría por abandono.

Los habitantes del pueblo adoran al gato con el que viajo.
Le sirven comida, lo miman y lo llevan a pasear seguido.
Mientras tanto, mi caballo duerme tranquilo.

Mandé cartas hablando de mis viajes, a lo que mi familia me respondió emocionada y feliz.

Ahora la gente del pueblo me ayuda con mis provisiones. 
La carretilla la han arreglado, mis animales están bien alimentados para seguir y tengo un nuevo cajón de manzanas esperando por mí.

Espero que el gato no se quiera quedar. Lo extrañaría en mis viajes.

Hay gente del pueblo que me dice que es más seguro quedarse, pero quiero saber a donde me lleva el mapa que encontré.

Aún no se donde voy, pero me entretengo siempre y aprendo mucho.

Me fui de mi país para buscar oro y otros tesoros
Terminé encontrando una carretilla, tirada por un caballo. La carretilla no llevaba más que un mapa.